martes, marzo 21, 2006

Lo siguiente que sucederá será extraordinario

(cielo de mi casa)

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Compramos cuatro tiras de números para la rifa de la colchoneta. Era sábado por la noche y la orquesta de un sólo hombre tocaba como todas las noches aquella canción: Words don't come easy, to me, how can't I find a way, to make you see, I love you, words don't come easy. Empezó a llover y se mojaron los pies de todos los turistas que subieron corriendo las escaleras del hotel, chapoteando en las huellas de los escalones. La piscina recibió las gotas de agua haciendo la ola. Más agua, más agua, ondas de alegría.

Los días de lluvia eran los días que dejábamos las chanclas y nos poníamos las bambas (aquí), los tenis (en algunos lugares), las deportivas (en otros). En realidad no hacía frío, en realidad era verano, y en realidad era bonito vernos en un fingido otoño de un día y pasarnos la tarde jugando al Cluedo. Crimen en la biblioteca, arma blanca.

Pasaron dos días y la tormenta dejó en la orilla algas y palos, bolsas de plástico, envoltorios de helado y plumas. El mar escupió toda la basura. Yo hice lo mismo con mi porquería, ahora, simplemente, tengo a las patrullas de limpieza trabajando día y noche, y es como la primera vez. Después de una última vez, se encoge la memoria y se vuelve a la primera vez.

Bajamos a la cala con nuestros bañadores de estrellas, de anclas, de rayas. La marea dejó en la arena una colchoneta vieja de color azul, desilusionada, perdiendo el aire por las costuras. La rescatamos porque éramos niñas arruinadas en la rifa de los sábados. El primer día de sol la botamos al mar con la importancia de un barco, con la emoción de un transatlántico a punto de zarpar, lejos del fracaso, a 20.000 leguas del titanic. La colchoneta flotaba como un muerto. Se la zampó la primera ola.

Esperamos toda la semana para volver a la rifa. El único hombre de la orquesta cantaba esa canción de Lauren Hill que se puso tan de moda y que aún ahora siguen tocando las orquestas de un sólo hombre en los hoteles, I need you baby, and if it's quite all right,I need you baby to warm a lonely night, I love you baby.

Y por fín. Esa noche sí nos tocó la colchoneta.

Debería haber alguien que siempre nos dijera en el momento justo: Lo siguiente que sucederá será extraordinario. Lo dirían las canciones, los libros y las películas.

2 comentarios:

  1. Recaigo aquí no sé muy bien cómo. Te he leído en varias ocasiones aunque creo que nunca te he llegado a comentar. Y ahora, al leer tu post me descubro melancólica de aquellos días en que pensábamos que todo era posible.

    Precioso post.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, es reconfortante saber que compartimos emociones similares.

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