sábado, diciembre 31, 2011

Volver a empezar. Seguir. Feliz 2012.

Despedimos el 2011 en un balcón de la Puerta del Sol de Madrid. Llevadas por el entusiasmo que nos rodea, nos acabamos de comprar en la Plaza Mayor una peluca y un sombrero de vaquero azul purpurina.

El 2011 ha sido un año de desengaños, equivocaciones, cambios bruscos, rupturas, pozos de pena y fisuras en el alma. Únicamente me quedo del 2011 con los bellos reencuentros, con mi familia, el mar de Formentera y el salvavidas con el que nada nuestro amor poniéndose a salvo del naufragio.

Pido para el 2012 mucha salud para seguir juntas, detective Blenk. Lo importante es lo importante.

Que tengáis un feliz año...

viernes, diciembre 09, 2011

Jamás, jamás, jamás te olvidaré, Ike.



Mi amigo Ike, compañero del alma, Enriquito, mi hermano mayor, una parte de mí: 

Hoy he ido a trabajar pensando que era el primer día que no estabas en el mundo y todo me ha parecido extraño, ajeno, de otros. Pero te he sentido muy cerca, como cuando caminabas a mi lado por las calles de la Alfama.  Me enseñaste tantas cosas. Compartimos muchas noches en vela.  Nos gustaba un montón hablar de las chicas que no nos hacían caso. Ellas se lo pierden, decías. Y yo añadía, "y nosotros, también!"

Me cuesta escribirlo todo, es como cuando quiero nadar todo el mar, no se puede. Ahora me pasa lo mismo, que no puedo escribírtelo todo y me gustaría poder hacerlo. Aunque ya no puedas leerme, sé que lo hacías siempre. Sé que nos conocimos gracias a este lugar, que para mí es una habitación más de mi casa. Te dije hace menos de dos meses que cuando pasaras miedo pensases que yo estaba ahí contigo, a tu lado, porque te llevaba en el corazón. En mi corazón desde aquella noche que te conocí en Barcelona y tomamos unas cañas en Paseo de Gracia. Pocos meses después nos encontrábamos en nuestra imaginada Lisboa. Allí lo planeamos todo. Tal vez, tú planeaste que yo conociera a Carol , sabías que era lo mejor que podía pasarme. Nos fuimos a soñar a Lisboa juntos, ya lo tengo claro, y siempre, cada día, me he sentado y me sentaré contigo en aquel mirador, por encima de los tejados. ¿Qué buscábamos? ¿Qué encontramos? Yo te encontré a ti.

Todo ha vuelto a mi memoria de golpe. Todos los cómics que me regalaste, el bolso en forma de guitarra, las cartas portuguesas, las cartas de Pessoa, la comida en casa de mis padres con María, todos tus dibujos, tu canción de cumpleaños feliz,  el piano,  tus mails de todas las mañanas, el infarto de mi padre, el hospital, la película de Kar Wei en el cine, tu amigo Eduardo, la cena en casa de Merche y Eli para desbloqueranos los chakras, las llamadas de teléfono, el tranvia, las caipirinhas, las braguitas tendidas en el balcón, tus perros, tu hermana, tus amigos –de los que tanto me hablaste–, el tipo de la pensión, el ascensor de la pensión, nuestro tatuaje, mis trenzas, tu risa, tus palabras, tu abrazo. Tu compañía.

Siempre te querré, amigo, siempre. Y te lo dije mil veces. Te lo digo otra más. Y ojalá pudiera volver atrás y convencerte de algunas cosas, Ike. Y ojalá pudiera estar más contigo de lo que estuve. Maldita sea.

Desde hoy, una parte de mí ya no está porque te la has llevado contigo,  lo siento así. Como aquella Lisboa a la que ya jamás podremos volver juntos. Pero siempre estaremos ahí, Ike, tú y yo, haciendo planes, camarada. Estás en mí.

Amigo Ike, no quiero irme de este post, no quiero despedirme de ti. Caminaremos siempre juntos.
Te quería mucho. Lo sabías. Lo sé.



martes, diciembre 06, 2011

Latidos

Estoy viendo una película tailandesa lenta y sin sentido. Se llama Vidas truncadas. No la quito porque prefiero que avance y se acabe de una vez, sin prestarle atención.

Hace un tiempo empecé a escribir una novela. Ya voy por el noveno capítulo. Es como tener un lugar al que irse un rato, un lugar que nadie conoce. Antes, la historia estaba dentro de mí, pero ahora empieza a estar fuera. La estoy escribiendo para leerla. Quiero leer la novela que estoy escribiendo. De momento, me está quedando como yo quiero. Creo que es difícil hacer algo y que salga exactamente cómo imaginabas. En general, nada sale cómo esperas porque siempre se tiene una idea de cómo tiene que ser. Pero, cualquier cosa, cuando pisa el mundo, ya tiene un corazón. Y es incontrolable.



jueves, diciembre 01, 2011

Termo

Me compré una fiambrera especial para llevar comida caliente. En la caja ponía que aguantaba el calor hasta 24 horas. Me pareció que podía salvarme del abismo del mediodía, que es, para mí, por motivos que desconozco, una tragedia. La comida llega caliente. Destapo el recipiente y los alimentos que hay allí son los de mi casa. Mi techo. El trozo de pollo asado en
mi horno es una pizca de mi hogar. Me emociona llevarme a la boca un tenedor de mi casa.
Estaría bien tener un montón de fiambreras diferentes para conservarlo todo como el primer día. O como
más nos gustaba.
Todo duraría, por lo menos, 24 horas.