domingo, enero 22, 2006

me negarás 3 veces

NOTA: Estreno móvil-foto-blog*: Qué mala soy haciendo fotos

(...)

La única vez que tocó 3 veces seguidas el mismo número en el sorteo de la Fundación Once fué en mi família.

El azar es así, lo inesperado también. Estoy pensando en la repetición del sonido que ya ha sido. En mis innumerables ecos. La propia voz acompaña.

Estoy deseándolo y deseándote. Así que lo voy a contar.

Mi abuelita, que en paz descanse, jugaba siempre al mismo número. De ésto ya hace tiempo, tanto que los números de la Once sólo tenían tres cifras y no cinco como ahora.

El señor que vendía los cupones se los guardaba cada día. A veces mi abuelita no iba a buscarlos y se le acumulaban, pero cuando íba los pagaba todos a la vez aunque no hubieran tocado. Y así durante mucho tiempo.

El caso es que un día.

Un día tocó. El número al que jugaba mi abuelita fué el afortunado. A la mañana siguiente, cuando lo fué a buscar, el señor le dijo que lo sentía, pero que ese día no se lo había guardado. Qué casualidad.

Pero todos sabemos, porque tontos tontos no somos, que sí se lo había guardado, ¿verdad? Pero al ver que había tocado, el señor se lo quedó. Mi abuela se enfadó mucho, aún así le dijo "Mañana me vuelve a guardar el mismo número".

Al día siguiente, no se sabe cómo, lo difícil que es la suerte y lo fácil que viene a veces , volvió a tocar ése número. Y esta vez el hombre sí se lo había guardado. No sé que cara pondría él pero mi abuela debió disfrutar tanto. Y ella le dijo: "Mañana, me lo vuelve a guardar"

Y al día siguiente, volvió a tocar. Con el dinero de los dos cupones premiados compró un solar y una nave en Barcelona.

Y esa fué la única vez que tocó 3 veces seguidas el mismo número. Aunque lo más curioso de esta historia es el número en sí: el 666.

No penséis mal, mi abuelita era encantadora y hacía los macarrones con bechamel y piñones. Lo que no sé es si íba misa.

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