miércoles, enero 18, 2006

ver

Estoy cambiándome las lentillas. Las que tengo me causan una sensación parecida a la visión doble. Algunas veces es agradable verlo todo borroso y con destellos alrededor, como si no importara demasiado la exactitud. Otras veces echo de menos las esquinas, los bordes, el límite de las cosas.

Entré en una óptica grande, de dos pisos, con escaleras automáticas que suben y bajan y cientos de gafas. Pero las lentes de contacto las guardan en cajones, quedan apartadas, no hay tendencias, no hay colecciones, no hay diseñadores para las lentillas.

Me han hecho muchas pruebas. Una luz en mis púpilas, unos dedos levantándome los párpados y una cara a pocos centímetros de la mía hablándome de mis ojos. Curioso.

- Sensibles -dijo, y a continuación- Poca lágrima.
(...)

Hoy mi madre se ha comido 4 bombones y luego ha hecho huevos estrellados con patatas y pimientos.
Como he pasado toda la tarde con ella, hemos estado recordando cuando mi madre viajaba y yo era pequeña. Me daba tanta penita que se fuera. Qué lejos estaba Madrid. Madrid estaba en Australia. Pero siempre me traía regalos de Australia. Lo mejor de ir a buscarla al aeropuerto eran las maletas que daban vueltas y que aparecían y desaparecían.
Lo de la maleta me encantaba, pero al menos una vez, ella volvió de Australia en tren y la maleta bajó sin dar vueltas. Esta navidades le regalé una libreta para que escribiera, tiene muchísimas cosas que contar.
Mi padre me llevaba al cine por la tarde, me enseñaba a atarme los cordones de los zapatos y cenábamos en restaurantes. Pero una vez intentó hacer una tortilla de patatas y se le espachurró por los fogones. Le dió la vuelta a la sartén y me dijo "Donde está la tortilla?!" Pues las tortillas desaparecen y aparecen como las maletas.
(...)

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