sábado, agosto 04, 2012

La mujer de la silla, el hombre de los pantalones demasiado cortos y yo, que estoy buscando un método.


Acabo de hacer un poco de gazpacho –para un par de días– con la receta de Carol. Y me he comido una tostada con anchoas y se me ha quedado, la única espina que tenía una de las anchoas, en algún lugar. Pues ya se irá. Las espinas siempre acaban yéndose y todo vuelve a la normalidad. Ahora estoy disfrutando de esa ansiada "normalidad" después de unos meses convulsos y extraños. Supongo que cada cierto tiempo nos toca tener algún planeta retrógrado. En mi caso ha sido Saturno, que nos ha estado jodiendo durante un año y medio. No es que sea una experta en astrología, pero si Artur Mas dice que todos nuestros males son por culpa de otros, y es un tío que cobra 190.000 euros, yo, que cada mes cobro menos que el anterior, también puedo culpar a Saturno de todo lo que me ha sucedido durante este último período de mi vida.

Ayer me acosté con la idea de empezar a ser metódica. Es más, pensé que estaba empezándolo a ser. Incluso busqué la palabra metódica en el diccionario, porque a veces usamos palabras sin pensar muy bien en lo que significan, y sí, es justo lo que yo quería decir:

metódico, ca.

(Del lat. methodĭcus, y este del gr. μεθοδικός).

1. adj. Hecho con método.

2. adj. Que usa de método.

método.

(Del lat. methŏdus, y este del gr. μέθοδος).

1. m. Modo de decir o hacer con orden.

2. m. Modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa.

3. m. Obra que enseña los elementos de una ciencia o arte.

4. m. Fil. Procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla.


Así que yo tengo que seguir un método para que las próximas tres semanas no se me hagan demasiado largas, un método para no echarte de menos cuando miro el billete de Balearia, y un método para seguir con el proyecto que, con la tontería, llevo más de tres años, pero ahora ya lo tengo en la punta de la lengua.

Para empezar a hallar un orden pensé en las repeticiones que había en mi día a día. Lo único que encontré fueron los 20 minutos de natación, el tomate rojo con albahaca, el café, el azul turquesa de mis uñas y los gin tonic. Necesito perfeccionar el método para que sea más prodcutivo.

Durante las semanas que hemos pasado en Formentera, un julio inolvidable, veíamos cada día, mientras desayunábamos en la terraza, a un hombre de unos setenta años que salía de su casa con unos pantalones vaqueros demasiado cortos, una camisa de color rosa y un capazo de mimbre. Cruzaba la carretera y compraba pan en el supermercado. Luego volvía a cruzar la carretera y se metía, de nuevo, en su casa. Casi al mismo tiempo, la señora de la casa de Es Caló sacaba su silla y se sentaba en el porche. Era curioso porque la casa de la mujer de la silla tenía unas vistas impresionantes al mar por delante, pero ella prefería sentarse en el lado que da a la plaza y a la carretera. Alguna razón tendría. Vivir cerca del mar es complicado, ya lo decía Chavela Vargas –espero que ya se encuentre mejor– o Madonna, no recuerdo, que el oleaje contínuo te volvía loca loca loca. El hombre de los pantalones demasiado cortos y la mujer  de la silla seguían un orden, un método que, a su vez, nos proporcionaba a nosotras la rutina más hermosa, la de despertarnos cada día en el lugar con el que soñamos todo el invierno y que llevamos colgado al cuello todos los días de año, para no olvidarnos de que Formentera es nuestra isla bonita, a la que volvemos y volveremos.

(Dentro de mi nuevo método, el que estoy buscando, incluiré recuperar este blog que, para los años que hace que lo tengo abierto, sería tontería cerrarlo...)

4 comentarios:

  1. Con o sin método no lo cierres...no te importe que ella esté en un convento...volverá.
    Saludos de Tita
    Nieves

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  2. Gracias, nieves!!! :) Me alegra mucho verte por aquí. Ay, Tita, cuánto me acuerdo de ella... cuando en perros anónimos que pasan por la calle me parece ver su cara! un besazo

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  3. Los métodos son importantes para salvarte de la soledad traicionera. Las espinas invisibles son peores que las de las anchoas, créeme.

    La comunidad científica está de celebración por lo de Marte y a mí me deprime pensar que cuando envíen humanos al planeta rojo (faltan unos 30 años, han calculado) yo tendré setenta años, más o menos. Tal vez no me interese ese tema.

    Espero que sigas insistiendo en tu método, yo sé que lo vas a conseguir sin duda.

    Un beso desde la clandestinidad.

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  4. Justamente yo he cambiado mi método de leer los blogs y hacía mucho que no pasaba por aquí, me gustó leerte. Es bueno saber que sigues ahí, con mayor o menor frecuencia.
    Estuve por las islas y recordé las entradas de tus veranos, me gusta compartir recuerdos de relatos contigo.
    Saludos
    Mar

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