miércoles, marzo 12, 2014

vida campestre

)




Estoy comiendo fresas. Hoy he pasado por unas calles de antiguas naves y almacenes. Aunque algunos edificios los han convertido en viviendas, siguen conservando su aspecto industrial. Mi fábrica preferida hace esquina y es de ladrillo y la veo desde mi casa. Las ventanas son cuadrículas de vidrios, todos del mismo tamaño pero de colores desiguales, parece un tetris. En la cuarta planta trabaja un fotógrafo creo, a veces veo ráfagas de luz, como si fuera un corazón que late de vez en cuando, semi-abandonado. Un día vi focos y pantallas reflectoras. Un día que las ventanas del ser olvidado, antes fábrica, estaban abiertas de par en par y pude verle las entrañas.

Yo también tengo un corazón y luz dentro. Y a veces me siento como la fábrica. Tenemos una luz latente, que de vez en cuando palpita como un faro. Me gusta. La fábrica me tiene a mí, yo la voy a querer todo el tiempo que esté cerca de ella.

A veces me gustaría vivir en el campo, pero cerca del mar, y tener un huerto y gallinas corriendo. Me despertaría con el sol y me dormiría cuando ya no hubiese claridad. E imagino mi mente despejada y silenciosa como el atardecer, sin ningún deseo que estuviera más allá de la playa. Tocaría la guitarra y haría canciones sencillas. En mi fantasía campestre a veces añado a una chica que conduce una furgoneta llena de acelgas y libros, que tiene las manos manchadas de tierra, que no se peina, que canturrea sin que se entienda la canción y que hace el amor conmigo porque me ama. La chica de las acelgas me parece super interesante y guapa. "Más guapa que un sol de primavera, verano, otoño e invierno." Eso me lo decía mi madre cuando yo era pequeña. Por la chica de las acelgas daría mi casa, mi huerto y mis gallinas, pero haría ver que no, que sólo quiero entender lo que canta y sus libros. A veces pasaría un avión por el cielo y nos preguntaríamos adónde va, quién viaja, de dónde viene. Cada cierto tiempo iríamos a alguna ciudad, a cenar a restaurantes bonitos, y a hacer un trío con una artista japonesa de arte contemporáneo y cocaína. Fin de mi vida campestre. 









2 comentarios:

  1. Paola, que extrema tu vida campestre :O Yo siempre había pensado que vivir en el campo debe ser muy aburrido.

    ResponderEliminar
  2. Preciosa vida campestre, has hecho que yo también sueñe con algo así, aunque sea menos de campo que nada ;) Algún día tus sueños se harán realidad, no me cabe la menor duda.

    ResponderEliminar

Deja tu mensaje secreto.