martes, abril 15, 2014

He vuelto a un lugar del que me marché corriendo hace ya bastantes meses. Creo que he vuelto para reconciliarme conmigo. Todavía no lo sé.

Ha hecho dos días de primavera total. Ayer estuve tomando el sol en Central Park después de pasear un montón  y la gente estaba sin camiseta. Un pelín exagerados. Estuve feliz.  Entre los rascacielos vi a dos chicas que llevaban a un grupo de niños de guardería. Qué pequeñitos se veían. Un hombre en el metro decía que el sonido de los tambores transportan nuestra alma y por eso antes el ser humano se comunicaba a través de ellos. Hoy he dormido con la ventana abierta y he escuchado sirenas y gente en la calle hasta muy tarde. Por la mañana cantaban los pájaros y ladraban los perros. Ayer también. Han sido tres despertares muy hogareños en Manhattan, me parece curioso. Estoy en un apartamento muy acogedor. Me gusta mucho la ventana desde la que puedo fumar. La escalera de emergencia es muy vieja y creo que me daría más miedo bajar por esa escalera que cualquier emergencia. La persona con la que convivo y que conocí hace algo más de 48 horas me ha preguntado si quería un huevo frito para desayunar y le he dicho que sí, y luego ha dicho algo que no he entendido pero después me he dado cuenta de que me preguntaba si me gustaba mojar en el huevo. Lo ha hecho con mantequilla. Estaba muy rico. Es hospitalaria y generosa. Hoy está lloviendo y esta tarde me gustaría ir al cine porque me hace ilusión ver alguna peli de estreno.

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