sábado, septiembre 30, 2017

Creo que...


Los sábados por la mañana, cuando me despierto, es el momento que tengo reservado para llorar, es el único día que no tengo que responder a ninguna obligación, ni laboral ni social ni familiar. Me desahogo en ese instante en el que la luz de la mañana entra en la habitación y todo es bonito. La melancolía me hace trizas y creo que me siento insignificante. Luego me hago el desayuno y, mientras preparo el café y todo eso, el llanto se me va pasando; todo lo demás, también. Salgo a la calle con la perri. Damos un paseo largo. Compramos algo para cocinar. 

Creo que tengo ganas de dejar de llorar los sábados. El otro día, hablando con una desconocida de la aplicación del mal, que tiene un alto nivel de conversación interesante (esto es bastante difícil de conseguir), me dijo en un momento de la charla: "creo que estoy triste". Me gustó mucho esa declaración. Y ese "creo" como escudo protector. 

Los sábados por la mañana todo me parece un puto rollo y deseo una apocalipsis con zombies o vampiros. Algo que lo mande a tomar por culo todo y que establezca unas nuevas reglas. El sábado pasado, también. Luego, por la noche, siempre se arregla un poco y dejo de lado el fin del mundo. El sábado pasado fui a una fiesta de cumpleaños y me reencontré con una amiga a la que no veía desde hacía 13 años o así. Y estuvimos recordando algunas anécdotas sobre momentos eufóricos de entonces e hilarantes. También momentos intensos e irrepetibles, como el concierto de PJ Harvey en Salamanca con cuatro gatos y en primera fila, en la gira de Stories from the city, Stories from the sea (con todos aquellos temazos de entonces, de la PJ Harvey más guitarrera). Como nos emborrachamos, después de la fiesta quisimos seguir y acabamos en un lugar que era absolutamente lo puto peor; lo pensé al día siguiente. Yo solo fui porque iba ella. Y en ese momento me di cuenta de que esa había sido siempre mi máxima. Era mi máxima de entonces y la repetí el sábado pasado como homenaje: si va ella, voy. Luego, de camino  a casa, escuchando los pajarillos, creo que me sentí feliz. Pero no puedo asegurarlo.




4 comentarios:

  1. Anónimo3:15 p. m.

    Hola... Acabo de encontrar tu blog. Solo me queda la duda de porque esta tristeza...un mal momento en la vida? ruptura o algo? gracias

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    1. Hola de nuevo. ¿Cómo has descubierto el blog? Es sólo curiosidad.

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  2. Hola Anónimo. Qué bien que solo te quede na duda. Creo que no lo sé. *-*

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  3. Anónimo11:31 a. m.

    Te mando un abrazo, tender girl! Eres tan tierna que cuando leo estas cosas siento unas ganas terribles de abrazarte y cuidarte. Ya llegarán sábados luminosos, ya lo verás!

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