miércoles, septiembre 06, 2017

Els Dimecres compra nespres



Hoy he empezado el día descansada y con buen ánimo. Con toda mi cabeza en orden. Mi dopamina y mi serotonina funcionando a la perfección, supongo. Sin desbarajustes. Sin desorden. Sin desequilibrios.

Ayer me quedé dormida en el sofá abrazada a la perri. Sentir su calor durante toda la noche me ha renovado. Necesitaba quedarme dormida abrazada a un ser vivo. Necesitaba amor. El calor que desprenden las personas es lo más importante. No sé si te lo conté alguna vez, pero hace algunos años toqué a una persona que estaba muerta. No sentí nada, como si yo misma me hubiera quedado sin tacto. Fue como tocar un trozo de pollo. Una sensación extraña e imborrable. La clave estaba en la temperatura de la piel. 

Me he despertado tranquila y relajada. Y he acabado el día de buen humor, mojándome bajo la lluvia mientras volvía de renovar el contrato de alquiler de mi piso. Cuatro años mas aquí a precio razonable. Cuatro años más de luz y vistas poéticas e industriales. Cuatro años más a ocho minutos del mar. No sé. Hoy me parece extraordinario. Mañana, no lo sé.

Sin embargo, necesitaría compartir gastos de alquiler. Pagar la mitad sería lo ideal. Pero no quiero tener compañera de piso porque resta intimidad. Necesito una novia, porque suma vida sexual. Pero están todas pilladas, ya. Llego tarde. No hay novias ni nada que se le parezca. Tengo que pensar en algo. Pero ahora tampoco tengo demasiado tiempo para dedicarme a ello. Me he convertido en una persona apegada al trabajo y a su proyecto musical. 

La Masovera era mi canción preferida cuando, en vez de trabajar con ordenadores, trabajaba con niños. Sobre todo por el subidón del estribillo y de la acumulación de "ítems" que compraba la Masovera. Yo la cantaba muy rápida siempre, porque así nos lo pasábamos mejor. Enloquecíamos. Un día rompí una cuerda. Era el Jimi Hendrix de la Educación Primaria. 

Y pensar que antes me pasaba el día cantando. No descarto volver a la docencia en las aulas pero, por ahora, la distancia y esa especie de oasis frente a la pantalla, escuchando música, concentrada en lo que estoy haciendo, me relaja. Se me pasan las horas volando. En el fondo, siempre he sido animal de pantalla. Haber conseguido cambiar de profesión en dos años y medio no ha sido ni rápido ni fácil. Mucha incertidumbre, muchos momentos de no saber si hacía lo correcto o no. ¿Me comprendes? Porque yo necesito comprensión.



4 comentarios:

  1. Anónimo9:57 a. m.

    Te comprendo y creo que fuiste muy valiente para cambiar de profesión. Ojalá yo fuera un poquito así. Soy valiente para algunas cosas, cobardica para otras. Supongo que como todos, no? Beso y a seguir!

    ResponderEliminar
  2. Yo te comprendo perfectamente. Llevo una temporada luchando entre mi profesión actual, que me da para comer, y mi pasión, que me da para vivir. Esperando el momento (si los astros, o el universo o quien tenga que ser... se alineen) para dar el salto y cambiar de profesión.
    Y llegado el momento siempre esta, como bien dices, la incertidumbre, el ¿merece la pena?, ¿no me arrepentiré?......pero creo que es mejor haberse lanzado y probar, que pasarte la vida pensando en el "y si....".
    Así que, ánimo y a seguir adelante, valiente!!!.
    Pd: siempre se puede volver atrás o volver a cambiar ;-)

    ResponderEliminar
  3. Qué bien lo del piso!! Te comprendo perfectamente, porqué hace años dejé el curro que siempre había soñado, harto de toda la oscuridad que sólo se ve desde dentro. Y empatizo profundamente con el enorme gusto que representa poder trabajar a tu aire y escuchando la música que quieres

    ResponderEliminar

Deja tu mensaje secreto.